Entrar en contacto con ella implica un súbito cambio de frecuencia. Es como darse un baño de frescura e hiperquinesia, y asumir el desafío de seguirle un ritmo difícil de llevar.
Tanto por su vida personal como por lo que le pasa a nivel artístico, María Eugenia Suárez (17) sabe que no cualquiera se banca su andar. Y eso que la sangre japonesa de su abuela materna la dotó de sabiduría oriental: “De chiquita me decían que era hiperquinética, en el colegio quería jugar y correr todo el tiempo, desconcentraba a toda la clase. Pero a mí me encanta, y sé que mi ritmo no es para cualquiera. Amo lo que hago, y lo que quiero lo consigo como sea. Creo que de mi abuela japonesa heredé los ojos achinados”, le confiesa a CARAS la chica Multitalent en su primera visita a Punta del Este. Una ciudad que la sedujo, pero a la que le cuestiona cierto formalismo.
“Acá se producen mucho, yo soy más rea, más relajada. De noche salgo en ojotas y no me importa nada, ni lo que digan ni que me miren. En ese sentido soy impermeable”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario